Esperé a que me mirara para decirle aunque sea “hola”,
pero no lo hizo, me ignoró completamente. Sin embargo, eso no me provocó ningún
malestar. Con el fin de saber si aún sentía algo por ella me quedé observándola
detalladamente; estaba más delgada, no andaba de maquillaje, sus uñas estaban
cortas -como siempre-, le miré los brazos, las piernas, el cabello, en fin,
todo su cuerpo, pero no sentí nada.
No hubo en mí, nostalgia, dolor, alegría, ganas de
llorar, nada. En ese momento me di cuenta de que ya había dejado de echarla de
menos, ya no me encontraba Extrañando a Dina.
Después de un minuto aproximadamente, el chofer abrió
la puerta, ella bajó primero y empezó a caminar en sentido contrario hacia
donde yo debía ir.
Seguidamente bajé, permanecí mirándola durante unos
segundos y cuando la perdí de vista entre la multitud, continué mi trayecto.
Hasta la fecha no he vuelto a verla ni a saber nada más de ella.Trecho de "Extrañando a Dina"
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