Esa noche me
senté a la orilla
del río despacito
sin ruidos, solo
quería que mi
llanto se perdiera
en sus aguas.
Cuando las penas de mi alma develan su
misterio de amarguras lacerantes, como
encendidas fraguas... La clara luna en el
cielo destellaba su blanco vestido de
novia primoroso, cuál sombría nube a mi
mente llegaba nostálgicos recuerdos de
mi vida amorosa... Junto a una lágrima
que dolida caía, revivió en mí, la angustia
de aquella despedida cuando en actitud,
que al más valiente humillaría te marchaste,
en las sombras confundida... Me sentí morir
de impotencia y de dolor mi débil esperanza
rodó por la pendiente, el jardín de mis
amores perdió su color, mis pesares
sollozaron bajo el puente... Hoy, que el
tiempo ha curado las heridas de este
corazón que te amó sin medidas, sabes,
levanto y abro mis ojos hacia un nuevo
horizonte y un hermoso mañana se
dibuja en mi mente... Hoy comprendí
que en el largo viaje de mi vida solo
fue un recuerdo triste, y no te culpo...
que el destino supo sembrar en mi
camino, para entender la vida...
Hoy comprendí, que en esta vida de
las prisas: aunque el mundo viva
ausente de sonrisas, aunque la luna
dejara de alumbrar, aunque lastimen
nuestras ansias de amar y el artista
su dolor no pueda callar, la función
debe continuar...
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