sábado, 12 de marzo de 2016

seis tequilas - Joaquín Sabina


Realmente no se puede empezar a apreciar la vida, hasta que esta no te ha derribado un par de veces.
Realmente no se puede empezar a apreciar el amor, hasta que tu corazón no se haya roto alguna vez.
Y realmente no se puede empezar a apreciar la felicidad, hasta que no hayas conocido la tristeza.
Y una vez que ya has caminado por el valle, la vista desde la cima de la montaña es más que impresionante.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Miércoles y quizá haya que hacer algo...

Miércoles y quizá haya que hacer algo. Nada importante, puesto que no estarás. D me invita al ciclo de cine argentino; tal vez. W me habló de salir a cenar; no creo. Hoy tampoco podré aventurar muchas cosas en la página. Este dolor de garganta mezclado con unas ganas desesperadas de tu cuerpo no me deja pensar en nada. Por eso, sólo te escribo a ti, estas cositas.
 Es bueno que sepas que antes de que despiertes mañana, te habré besado desde la punta de los dedos hasta el ombligo. Que en la madrugada me emplearé a fondo en escarbar laboriosamente dentro de esos pantaloncillos que no sé para qué usas en las noches; meteré las manos en ellos, inclinaré el cuerpo hacia ti y con la lengua te iré dibujando unos arabescos indescifrables en las orejas, sobre las sienes, bajo la nuca, hasta dejarte convertido en un mándala de saliva. Tú durmiendo te moverás, ladearás un poquito las caderas y se quedará suspendido tu ronquido, como una radio tocando bachata a la que se le va la luz de repente.
 Sin que entiendas todavía muy bien lo que está ocurriendo, me subiré sobre ti con mi pijama negro y transparente de brujita y tú, entreabriendo los ojos por primera vez, atinarás de puro instinto a sostener mi cabello entre tus dos manos en la parte trasera de mi cabeza, para que deje de picarte en la nariz. Entonces moveré la boca desde tu oreja hasta tus ojos. Te haré despabilarte con la humedad de mi lengua en tus lagrimales, tus párpados, tus mejillas y el nacimiento del labio superior, empujando hacia adentro de tu boca hasta encontrarme por fin con tu lengua, ya despierta por completo, tan avasallante y tan comparona como es ella, poniéndome bien difícil explorar acuciosamente el cielo de tu boca, como quiero.
 No me rendiré. Iré buscando que doblen las campanitas en tu garganta, y me acomodaré mejor encima de ti, sentándome sobre tu carne ya erguida hacia mi vientre. Y tú te moverás queriendo apagar la rabia que te da despertarte en mis dominios. Pero todavía no. Primero tendrás que morder el nacimiento de mis senos. Hacer girar la punta de la lengua alrededor de mis pezones. Chuparme el cuello y beberte mi perfume dulzón que te marea.
 Cuando mis humores corran por tu vientre tibio, me bajaré despacito dejando un sendero de babosas sobre tu pelvis, hasta encontrarte mas rabioso que nunca y dispuesto a asesinarme. Subiré un poquito las caderas para intentar sentarme sobre tu daga y dejarla que me corte, que llene los interregnos que existen entre cualquier cosa que se llame mi vida y mi muerte. Tu daga luminosa. Tu daga cercenando mi vientre y sus semillas. Tan dentro y tan adentro, que es aquí arriba, en la boca, donde voy a sentir su sabor a pez mojado en miel, a leche con vainilla cortada de limón, a metal afilado y salado en la puntita con mi sangre. Y voy a buscarte la lengua otra vez mientras bajo y subo frenética y concreta sobre tu espíritu hecho carne, tan mojada de ti y de mí, tan loca, tan desordenada, tan desacatada, tan desenfrenada, que tendrás que dominarme apretando mis cabellos hasta el dolor, dejando mi cara limpia como una luna en la que se reflejan tus ojos delirantes.
Pero yo querré más y gritaré tu nombre –Ay mi amor, mi cielo, mi vida, amor mío-.  Querrás morderme la barbilla y silenciar mis grititos de nuevo con tu lengua. Pero ya se te habrá hecho tarde, porque estarás demasiado adentro de mí y estaré demasiado llena de ti, y estallaré contigo para siempre, para alcanzar la eternidad de un solo instante en ese siempre, yo mar. Yo mar salvaje que mezcla entre sus olas el cauce de los ríos de tu sangre.
 Temblando, queriendo morirme porque… ¿ya para qué vivir? ¿Para qué vivir después de esta vaina tan grande que acaba de pasarme? ¿Para quién vivir ahora que tu miembro se recoge tranquilito y me acaricia con ternura, temeroso porque sabe que está saliendo del pozo caliente de lava y de cinabrio? ¿Para qué vivir si estoy tan fatigada que necesito una cámara de oxigeno? (“Oye, que tú y yo llegamos ya a la mitad de nuestro millaje”). Dime tú, ¿para qué? Si estás tan destemplado que cuando acaricias mis nalgas resbalosas con la punta de tus uñas no quieres ya nada que no sea añoñarte entre los rizos tornasolados que hace un segundo casi arrancaste de mi cráneo. Y cierras los ojitos haciendo un piquito con la boca, dispuesto a roncar de nuevo.
 Y parece que vas a dormirte otra vez pero no, porque me sobran los besos para tu cuerpo deseado, y resuelta, limpiando con mis labios el almíbar que empalaga aún la daga, quiero más. Quiero chuparte hasta que despiertes de nuevo, y lo haces, volteándote más rabioso que nunca porque otra vez he turbado tu descanso.  Me coges entonces, tú ahora de jinete, mirándome a los ojos desde arriba con miles de reproches y reclamos. Y crees que no, que no podrás, que ya es demasiado. Pero la vida, buscándose a ella misma está ganándote los huesos, los tendones y hasta el alma. Y me clavas todavía más hondo para ver si por fin me estoy tranquila. “Déjame matarte mujer del diablo, a ver si de una vez por todas encuentro el botón por donde te apagas”. Y yo, sumisa, te respeto como se respeta al asesino, humilde, casi servil, dispuesta al sacrificio. Dispuesta a no decir ni “ji” en tanto me sigas matando. Dispuesta a seguir mirando inocentemente, tontamente, cómo te sigues esforzando en darme una muerte  certera; en convertirme definitivamente en un charco en el que nos ahoguemos los dos, para verme por primera vez en tu vida a mí, tu pitonisa, callada. Te mueves sobre mi cuerpo como un criminal que se arrastra sigiloso hacia su victima. Y yo casi no hago nada que no sea pellizcar débilmente la piel de tu espalda y de tus codos, mientras me dejas una erupción encarnada y picante en las mejillas. Abusador. Mil veces tendré algún día que decírtelo, pero no ahora. No ahora que estás partiendo mi cuerpo en dos mitades. No ahora que estoy llegando de nuevo, desesperada, como si te hubieras muerto tú y yo estuviera llorándote.
 Llorando de tanto amor que me has dejado sembrado. Llorando de esta indefensión en la que nos quedamos los dos, sin matrimonio, sin hijos, sin nietos, sin colegas, sin amigos, sin casa, sin país, sin planeta, sin galaxia, sin universo. Solos en esta cama donde hemos dejado de ser esos otros nombres que desde hace un buen rato hemos olvidado. Solos sin guerras, sin artilugios, sin dinero, sin edad, sin hambre, sin ansiedad, sin esperanza, sin pasado, sin presente y sin futuro. Solos los dos en esta muerte pequeña de la que emergemos únicamente preparados para el silencio. Para mirarnos. Para que me perdones el infierno que te soy en esta madrugada, cuando te beso en la frente sin arrepentirme de nada.  Para que esconda mi cara en tu cuello. Para que me abraces y te abrace y te diga que te amo y me digas que me amas y otras de esas bobadas. 
Entonces, para que podamos cada uno dormir, para que pueda amanecer aquí donde estamos, nos quedamos otra vez muy quietos y nos acurrucamos. Ya ha amanecido en la ciudad y empiezan a sentirse los ruidos de la calle. La muchacha del servicio abre la puerta, entra el olor del café, suena el golpe del periódico en la marquesina. Tu mujer y mi marido se nos acercan con una esplendida sonrisa en sus dos caras, diciendo “buenos días mi rey”, “buenos días mi reina”, “cómo amaneces hoy”, “¿y qué pasó anoche mi amor que te estabas moviendo tanto?”.

© Martha Rivera-Garrido, 2011

No te enamores de una mujer que...


 "...No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado. No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de si misma. No te enamores de una mujer que ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que no sepa vivir sin la música. No te enamores de una mujer a la que le  interesa la política y que sea rebelde y sienta un inmenso horror por las injusticias. Una que no le guste para nada  ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica e irreverente> No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no... de ella, de una  mujer así, JAMÁS se regresa..." 

Martha Rivera Garrido, poeta dominicana.


lunes, 7 de marzo de 2016

Tus ángeles te cuidan...


Tus ángeles te cuidan y soplan en tus oídos cosas que solo oyes con el corazón, cuando tienes actitudes nobles y gestos desinteresados, tus ángeles protectores quedan felices. Cuando estas enojada o triste, ellos quedan sin saber lo que hacer, como si ellos mismos hubiesen fallado con la misión de verte bien, nunca estamos realmente a solas, ellos viven haciendo fiesta toda vez que tu sonríes igual que una niña, mi deseo es que tus ángeles estén haciendo bailes y riéndose por ahí, porque si ellos estuvieran así es señal que tú también estás más feliz todavía…

Estoy dispuesto a quererte...


Estoy dispuesto a quererte hasta que el amor me duela… hasta olvidarme que existo… sin olvidar por qué existo…
Estoy dispuesto a llorarte hasta que el llanto me ahogue… hasta secar el olvido… sin olvidar tu recuerdo…
Estoy dispuesto a besarte hasta sangrarme los labios… hasta tatuarme tu ausencia… sin encerrar tus anhelos…
Estoy dispuesto a desearte hasta que el tiempo se muera… hasta morir con el tiempo… sin esconderme en el miedo…
Estoy dispuesto a cuidarte hasta nacerte de nuevo… hasta arrancar tus heridas… sin arrancar sentimientos…
Estoy dispuesto a ser tuyo hasta perderme en tus sueños… hasta dejar el después… sin desechar ni un momento…
Estoy dispuesto a abrazarte hasta robarte la esencia… hasta desprenderme el alma… sin importarme el infierno…
Estoy dispuesto a amarte hasta que el amor se extinga… hasta llegar a imposibles que se ocultan tras intentos… sin permitir que me agote el sonido del silencio…
Estoy dispuesto a entregarme y darte cuanto me pidas… a excepción de que me pidas… que deje de estar dispuesto…

Necesitar un puto abrazo o...




Necesitar un puto abrazo o tener miedo. Una persona que alguna mañana haya visto 
claras sus equivocaciones y sus consecuencias. Alguien que en el deseo de ser de otra manera tropieza siempre en 
la misma piedra, esa que nos sorprende 
porque forma parte de lo que realmente somos, aunque aún no lo sospechamos.
Escribo para quien frecuentemente se descubre emocionado, con el corazón girando como un molinillo de deseos pero 
sin reconocer de dónde proviene tal 
viento ilusionado.
Alguien así, entenderá que algunos días el mundo queda muy bajito y otros aprisiona con su sombra. Sabrá comprender 
también los días pesados y grises en que 
nos encontramos varados, sin dirección ni rumbo y necesitamos que alguien a 
nuestro lado agarre el timón de nuestro corazón. Se reconocerá en ese esfuerzo 
de remar, remar, y remar hasta que de nuevo aparezca tierra en el horizonte.
Este escrito es para los que sienten todo eso y mucho más pero no se 
atreven a dejar oír esos ritmos del alma en samba.
Verás, mi amor, estaba pensando cuán hermoso sería que a todo el mundo
 otra persona le hubiera escrito una carta o dedicado una poesía, inspirada 
en ella, creada por su sola existencia
Y que todas las personas hubieran sentido que algún otro ser las recordase 
con afecto, y no por lo más hermoso que hubieran mostrado, sino aun 
habiendo enseñado el monstruo diablezco que uno también alberga. 

sábado, 5 de marzo de 2016

No importa la razón porque te fuiste...

No importa la razón porque te fuiste, no importa la razón porque te amé, no tengo tiempo para preocuparme en saber cuál es el motivo de tanta soledad, seguro que ya habrás hecho la promesa de querer para siempre una vez más, te puede suceder una y mil veces siempre habrá alguien que te quiera y te crea como yo. La vida pasa y uno espera, la espera duele y uno empieza a creer que una ilusión nunca podrá ser otra cosa más que una ilusión. También puede pasar que mañana llames y sin ningún motivo atenderé, me hablarás de volver, tantas cosas dirás, porque sabes muy bien que siempre aceptaré, pero esta vez estaré preparado para que no me dañes al pasar, un beso será un beso, una caricia solo eso y así cuando te marches tan solo sufriré. La vida pasa y uno espera, la espera duele y uno empieza a creer que una ilusión nunca podrá ser otra cosa más que una ilusión.
No importa la razón porque te fuiste, no importa la razón si volverás.
Canción "No importa la razón" de Litto Nebbia.

Mierda don Litto esta vez sí me llegó al alma, como decía Don Eduardo Galeano “No puedo dormir tengo una mujer atravesada en los párpados, si pudiera, le diría que se vaya, pero tengo una mujer atravesada en la garganta”  muy sabio lo suyo maestro Galeano.   Ral-Diablo

Hay veces que no valoramos lo que tenemos...

Hay veces que no valoramos lo que tenemos... 
Hay veces que valoramos lo que no nos pertenece...
Hay veces que tenemos mucho y nos importa poco...
Hay veces que no tenemos nada y nos gustaría tener mucho... 
Hay veces que te dicen te amo y no parece importante... 
Como hay veces donde dejan de decirlo y te mueres por escucharlo...
Hay veces donde te gustaría sí decir te amo y recibir un yo también...
Pero hay veces que no decimos lo que sentimos por temor a no ser correspondido...
Pero lo que realmente es importante saber y de lo que podemos estar seguros siempre, es que vale más fracasar por intentarlo que fracasar por no haber tenido la fuerza para hacerlo! 

Y es así que me pasa la vida en esa indecisión que no se si te mando a la

 mierda, al carajo, te  abrazo, te beso o canto la vida me engañó. Entiendes

 que es a ti que te lo digo?

viernes, 4 de marzo de 2016

Puedo decirte que soñar tu sueño es...

Puedo decirte que soñar tu sueño es imprescindible, para este Diablo soñar el suyo también lo es, pero sabes, luchar por ellos es primordial. Todos tenemos sueños, deseos y objetivos en la vida, pero, pocos sabemos que es preciso luchar para que estos se realicen. De qué sirve desear tanto algo, si no estamos dispuestos a pagar el precio para que consigamos estos sueños concretizar. Y para que soñar si permanecemos intactos pensando que todo caerá del cielo? El nacer, el vivir y la propia vida nos dio la capacidad de hacer lo posible y sabes, eso es fundamental para que consigamos lo que tanto deseamos, haz tu parte amor, estoy haciendo la mía y si hay algo que ultrapase tu realidad, mira para atrás, pide a tu experiencia anterior, y a la vida, porque todos esos sueños solo a nosotros pertenecen…