martes, 3 de mayo de 2016
Ojalá sintieras esto que tengo aquí atravesado...
lunes, 2 de mayo de 2016
Ella y yo no éramos nada...
Ella y yo no éramos nada parecidos, en nada. Ella era de tiernos, yo de mandar todos al carajo. Ella era un ángel y yo el demonio que la sonsacó. Ella mataba con su sonrisa y yo con mi silencio. Ella era la claridad y éste Diablo la oscuridad, aunque me aterrorizaba. Lo siento mi amor pero estás segura de tu elección? Su piel era muy blanca y limpia, quien escribe por lo contrario tenía heridas que quizás no se notaban, pero ahí estaban, recordandome lo que un día fui, por lo que un día viví. La forma de caminar no coincidía, mucho menos la estatura. Nunca pensábamos igual, nuestras ideas eran diferentes, ella se protegía, yo daba de frente. Ella segura de lo que es, yo con mis precauciones. Le dibujaba largos escritos de amor. Nada en común o casi nada, algunas músicas o el helado, las estrellas, la luna o el amor. Aunque nuestras manos parecían hechas como piezas exactas, encajaba la una con la otra. Ella era como blanco, yo negro, ella el papel yo la tinta. Y lo más importante... Aquí estaba este diablo para ella y ella como ángel para mi...
martes, 26 de abril de 2016
Así es que tu figura se va desvaneciendo...
Así es que tu figura se va desvaneciendo poco a poco, despedazandose, despedazandote, no hay viento que se atreva a interferir, es de tu propia creación el desvanecerte, tú creas tu otoño, tú eres que siendo perenne fuiste soltando una a una tus hojas. Ral-Diablo
Hay que dejar ir a quién nunca ha estado... No hace falta
irse para no estar. Hay muchas maneras de ser impuntual e incluso de no
presentarse en la vida de alguien. La ausencia en la vida de quien te quiere es
algo que se elige. Entonces debemos plantearnos aquello de dejar de buscar
excusas para quedarnos y decir adiós o dejar ir.
Pero un adiós de esos que se visten con tilde y mayúsculas, y así cierran todos los huecos
por los que se pudiera volver a entrar. A cal y canto.
O sea, que
igual en vez de dejar ir lo que debemos aprender es a marcharnos nosotros
cuando vivimos en una situación que nos desgasta y no tiene solución.
Cuando eres
capaz de desligarte de algo que te ha aprisionado durante mucho tiempo
consigues aclarar tu mente y deshacerte de las ausencias que no comprendías y
mantenían tu vida pendiente de un hilo.
Crecer es aprender a decir adiós. Conseguir
decir adiós o dejar ir a quien nunca ha estado significa no retroceder, separar
lo que nos enriquece de lo que nos desgasta, cuidar nuestra propia valía y
dejar de arrastrarnos suplicando migajas de un amor que solo existe en nuestra
mente.
Cuando no hay
reciprocidad o la balanza se inclina hacia el dolor la relación pierde todo
sentido y, por lo tanto, lo único que consigue es que agonicemos a la espera
del sello que finiquite el final que estaba entretejiendo sus hilos.
En el momento
que soltemos nos daremos cuenta de que dar el paso y soltar significa
liberarnos, crecer y crear una nueva vida. Esa nueva atmósfera propiciará que
podamos sembrar nuevas emociones en un terreno que hasta entonces no era
fértil.
“Siempre es
preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer
en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del
resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como
quieras llamarlo.
Lo importante
es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
No podemos
estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo
que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser
niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes,
ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
¡Los hechos
pasan y hay que dejarlos ir!”-Paulo Coelho-
Pensar que alguien siempre va a estar ahí es un gran error.
Hay veces que
las personas desaparecen de nuestra vida por momentos pensando que pueden
volver cuando les plazca, pues están seguros de que siempre estaremos aquí.
Pero eso no es así, todos merecemos un respeto y las ausencias tienen un alto
precio.
El amor ciego
no es garantía suficiente para que una relación prospere. Por eso a veces a las
historias de puntos suspensivos hay que quitarle dos y dejarlo en punto y
final. De ello depende nuestro bienestar emocional.
Es difícil
afrontar un adiós decisivo teniendo la certeza de que vamos a tener que luchar
para sanar la herida del abandono. Tenemos en el proceso por nuestra
autoestima, nuestra autoconfianza y nuestro bienestar.
Pero el
crecimiento implica cierta desorientación que nos puede angustiar. Tenemos que
ser conscientes de que parte del camino lo vamos a tener que recorrer de la
mano de la incertidumbre.
Esto no es
cómodo, pero merece la pena teniendo en cuenta que el intercambio dará como
resultado la reconstrucción de uno mismo y la armonía con nuestro interior. Se
trata de ser honestos y exigentes en nuestras compañías emocionales. No siempre
es fácil, pero lo necesario no siempre lo es.
Desapegarnos
de aquello que supone egoísmos, intereses y ausencias injustificadas nos
ayudará a comenzar una nueva etapa en nuestra vida, a sembrar y cosechar
sustento para nuestra autoestima y crecer emocionalmente.
Raquel Aldana
lunes, 25 de abril de 2016
Se solicita amante de Jueves a...
Se solicita amante de Jueves a
Domingo,
que no haga preguntas, que no
quiera hablar.
Se solicita amante que le guste
cantar,
que no ronque, que respire bajito.
Se solicita amante…
Que no tenga prisa, que no hable de amor,
que su trabajo sea follar y después guardar silencio.
Se solicita amante, uno que no me conozca,
uno que no le importe el pasado, que no sepa de futuro.
Un amante sin amor, pues revolver amor con sexo es una mala inversión.
Un amante que no me guiñe el ojo y no quiera mi poesía,
al cabo sólo será mi amante. Que no pregunte mi nombre,
que yo no sepa el suyo, que no diga “Hasta mañana o hasta pronto.”
Para fines prácticos, para no romperme el corazón…
Se solicita amante.
Mercedes Reyes Arteaga
miércoles, 13 de abril de 2016
Si hoy nada más te dijese...
Si hoy nada más te dijese, todo me entenderías. Sabes: A veces el corazón se parte en mil pedazos y en la imposibilidad de pegarlos todos seguimos amando con los pedazos de mayor tamaño. Pero existe sí quién nos guarde los otros más pequeñitos en un huequito de su mano y los lleve con ella como si fuese polvo de estrellas. Son esas personas como tu las que nos soplan sentimientos.
martes, 12 de abril de 2016
Sé dar mi amistad sincera...
Sé dar mi amistad sincera
y honesta, la mentira
destruye. Se amar a quien
me ama, a veces me cuesta
perdonar a quien me
traiciona, se lo que quiero y
hacia dónde voy, no hago a
nadie lo que no quiero para mí, si en mis manos esta poder ayudar a mi
prójimo lo hago con gusto y de corazón, sé que lo que siembro cosecharé...!
He llorado por el amor que he perdido y he disfrutado la felicidad cuando
ha regresado... Como todo ser humano he tropezado y esas caídas me han
fortalecido... No culpo a nadie de mis fracasos, tropiezos, risas, alegrías,
llantos, tristezas y éxitos que he vivido... todo esto es el resultado de las
buenas o malas decisiones que en mi vida he tomado...
Hoy de tanto caminar he construido mi camino, sé caminar sobre piedras
sin tropezar, se cortar las rosas del rosal sin que sus espinas me lastimen,
toco el fuego sin que me queme... amo la vida y vivo cada día como si fuera
el último y la vivo a mi manera... Amo mi mundo, mi vida, amo a la gente no
por lo que tiene, si no por su forma de ser y pensar, también por la
humanidad que su alma esconde...
y honesta, la mentira
destruye. Se amar a quien
me ama, a veces me cuesta
perdonar a quien me
traiciona, se lo que quiero y
hacia dónde voy, no hago a
nadie lo que no quiero para mí, si en mis manos esta poder ayudar a mi
prójimo lo hago con gusto y de corazón, sé que lo que siembro cosecharé...!
He llorado por el amor que he perdido y he disfrutado la felicidad cuando
ha regresado... Como todo ser humano he tropezado y esas caídas me han
fortalecido... No culpo a nadie de mis fracasos, tropiezos, risas, alegrías,
llantos, tristezas y éxitos que he vivido... todo esto es el resultado de las
buenas o malas decisiones que en mi vida he tomado...
Hoy de tanto caminar he construido mi camino, sé caminar sobre piedras
sin tropezar, se cortar las rosas del rosal sin que sus espinas me lastimen,
toco el fuego sin que me queme... amo la vida y vivo cada día como si fuera
el último y la vivo a mi manera... Amo mi mundo, mi vida, amo a la gente no
por lo que tiene, si no por su forma de ser y pensar, también por la
humanidad que su alma esconde...
Se borró la sonrisa que pintabas...
Se borró la sonrisa que
pintabas en mí rostro
cada mañana y en su lugar
dejaste un corazón vacío y
muy dolido, pues depositó
en ti toda la confianza y
todo lo que sabía sentir.
Y ahora, solo me queda el provocarme un “olvido obligado”, necesito
desintoxicar mi cuerpo de ti, extirparte de raíz, pues aunque te juré amor
y
que sería así para siempre, ese para siempre, me duró poco, pues me tocó
enamorarme de una farsa, enamorarme de una fantástica estrella fugaz de
la que
no alcance ni a pedir un puto deseo a su paso. Me enamoré de un
cometa que me
cegó a su paso, me impidió ver como mentías, como
engañabas y jugabas, como te
divertías conmigo, me enamoré de la ráfaga
de emociones que tenía estando a tu
lado, misma ráfaga que solo dejó una
estela de tristes y amargos recuerdos.
Y aquí estoy como un tonto obligándome a regresar a la realidad, rompiste
en pedacitos el corazón que latía por ti. Pisoteaste el corazón que soportó
tempestades por verte bien, por verte entera y contenta. Sí aquí estoy
juntando mis piezas, pegando las que están rotas, volviéndolas a ensamblar
, cosiendo heridas, cerrando círculos, curando la resaca de perderte y de
perderme.
que lo llevaras, así que, después de todo aun puedo volverlo a pegar,
todavía
puedo hacerlo latir.
.
Así fue el camino que me lo tendió esta maravillosa y puta vida pararecorrer contigo, mmmm esa vidita que me sirvió cartas sin barajar…
domingo, 3 de abril de 2016
No te enamores de una mujer que lee...
"...No te enamores de una mujer que
lee, de una mujer que siente demasiado. No te enamores de una mujer culta,
maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer
que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí
misma. No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que
sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía
(esas son las más peligrosas), o que no sepa vivir sin la música. No te
enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y
sienta un inmenso horror por las injusticias. Una que no le guste para nada ver
televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su
cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e
irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras
de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no… de ella,
de una mujer así, JAMAS se regresa..."
Martha Rivera Garrido, poeta dominicana.
Martha Rivera Garrido, poeta dominicana.
sábado, 12 de marzo de 2016
seis tequilas - Joaquín Sabina
Realmente no se puede empezar a apreciar la vida, hasta que esta no te ha derribado un par de veces.
Realmente no se puede empezar a apreciar el amor, hasta que tu corazón no se
haya roto alguna vez.
Y realmente no se puede empezar a apreciar la felicidad, hasta que no hayas conocido la tristeza.
Y una vez que ya has caminado por el valle, la vista desde la cima de la montaña es más que impresionante.
Y realmente no se puede empezar a apreciar la felicidad, hasta que no hayas conocido la tristeza.
Y una vez que ya has caminado por el valle, la vista desde la cima de la montaña es más que impresionante.
miércoles, 9 de marzo de 2016
Miércoles y quizá haya que hacer algo...
Miércoles y quizá haya que hacer algo. Nada importante, puesto que no
estarás. D me invita al ciclo de cine argentino; tal vez. W me habló de salir a
cenar; no creo. Hoy tampoco podré aventurar muchas cosas en la página. Este
dolor de garganta mezclado con unas ganas desesperadas de tu cuerpo no me deja
pensar en nada. Por eso, sólo te escribo a ti, estas cositas.
Es bueno que sepas que antes de que despiertes
mañana, te habré besado desde la punta de los dedos hasta el ombligo. Que en la
madrugada me emplearé a fondo en escarbar laboriosamente dentro de esos
pantaloncillos que no sé para qué usas en las noches; meteré las manos en
ellos, inclinaré el cuerpo hacia ti y con la lengua te iré dibujando unos arabescos
indescifrables en las orejas, sobre las sienes, bajo la nuca, hasta dejarte
convertido en un mándala de saliva. Tú durmiendo te moverás, ladearás un
poquito las caderas y se quedará suspendido tu ronquido, como una radio tocando
bachata a la que se le va la luz de repente.
Sin que entiendas todavía muy bien lo que está
ocurriendo, me subiré sobre ti con mi pijama negro y transparente de brujita y
tú, entreabriendo los ojos por primera vez, atinarás de puro instinto a
sostener mi cabello entre tus dos manos en la parte trasera de mi cabeza, para
que deje de picarte en la nariz. Entonces moveré la boca desde tu oreja hasta
tus ojos. Te haré despabilarte con la humedad de mi lengua en tus lagrimales,
tus párpados, tus mejillas y el nacimiento del labio superior, empujando hacia
adentro de tu boca hasta encontrarme por fin con tu lengua, ya despierta por
completo, tan avasallante y tan comparona como es ella, poniéndome bien difícil
explorar acuciosamente el cielo de tu boca, como quiero.
No me rendiré. Iré buscando que doblen las
campanitas en tu garganta, y me acomodaré mejor encima de ti, sentándome sobre
tu carne ya erguida hacia mi vientre. Y tú te moverás queriendo apagar la rabia
que te da despertarte en mis dominios. Pero todavía no. Primero tendrás que
morder el nacimiento de mis senos. Hacer girar la punta de la lengua alrededor
de mis pezones. Chuparme el cuello y beberte mi perfume dulzón que te marea.
Cuando mis humores corran por tu vientre tibio, me
bajaré despacito dejando un sendero de babosas sobre tu pelvis, hasta
encontrarte mas rabioso que nunca y dispuesto a asesinarme. Subiré un poquito
las caderas para intentar sentarme sobre tu daga y dejarla que me corte,
que llene los interregnos que existen entre cualquier cosa que se llame mi vida
y mi muerte. Tu daga luminosa. Tu daga cercenando mi vientre y sus semillas.
Tan dentro y tan adentro, que es aquí arriba, en la boca, donde voy a sentir su
sabor a pez mojado en miel, a leche con vainilla cortada de limón, a metal
afilado y salado en la puntita con mi sangre. Y voy a buscarte la lengua otra
vez mientras bajo y subo frenética y concreta sobre tu espíritu hecho carne,
tan mojada de ti y de mí, tan loca, tan desordenada, tan desacatada, tan
desenfrenada, que tendrás que dominarme apretando mis cabellos hasta el dolor,
dejando mi cara limpia como una luna en la que se reflejan tus ojos delirantes.
Pero yo querré más y gritaré tu nombre –Ay mi amor,
mi cielo, mi vida, amor mío-. Querrás morderme la barbilla
y silenciar mis grititos de nuevo con tu lengua. Pero ya se te habrá hecho
tarde, porque estarás demasiado adentro de mí y estaré demasiado llena de ti, y
estallaré contigo para siempre, para alcanzar la eternidad de un solo instante
en ese siempre, yo mar. Yo mar salvaje que mezcla entre sus olas el cauce de
los ríos de tu sangre.
Temblando, queriendo morirme porque… ¿ya para qué
vivir? ¿Para qué vivir después de esta vaina tan grande que acaba de pasarme?
¿Para quién vivir ahora que tu miembro se recoge tranquilito y me acaricia con
ternura, temeroso porque sabe que está saliendo del pozo caliente de lava y de
cinabrio? ¿Para qué vivir si estoy tan fatigada que necesito una cámara de
oxigeno? (“Oye, que tú y yo llegamos ya a la mitad de nuestro millaje”). Dime
tú, ¿para qué? Si estás tan destemplado que cuando acaricias mis nalgas
resbalosas con la punta de tus uñas no quieres ya nada que no sea añoñarte
entre los rizos tornasolados que hace un segundo casi arrancaste de mi cráneo.
Y cierras los ojitos haciendo un piquito con la boca, dispuesto a roncar de
nuevo.
Y parece que vas a dormirte otra vez pero no,
porque me sobran los besos para tu cuerpo deseado, y resuelta, limpiando con
mis labios el almíbar que empalaga aún la daga, quiero más. Quiero
chuparte hasta que despiertes de nuevo, y lo haces, volteándote más rabioso que
nunca porque otra vez he turbado tu descanso. Me coges entonces, tú
ahora de jinete, mirándome a los ojos desde arriba con miles de reproches
y reclamos. Y crees que no, que no podrás, que ya es demasiado. Pero la vida,
buscándose a ella misma está ganándote los huesos, los tendones y hasta el
alma. Y me clavas todavía más hondo para ver si por fin me estoy tranquila.
“Déjame matarte mujer del diablo, a ver si de una vez por todas encuentro el
botón por donde te apagas”. Y yo, sumisa, te respeto como se respeta al
asesino, humilde, casi servil, dispuesta al sacrificio. Dispuesta a no decir ni
“ji” en tanto me sigas matando. Dispuesta a seguir mirando inocentemente,
tontamente, cómo te sigues esforzando en darme una muerte certera; en
convertirme definitivamente en un charco en el que nos ahoguemos los dos, para
verme por primera vez en tu vida a mí, tu pitonisa, callada. Te mueves sobre mi
cuerpo como un criminal que se arrastra sigiloso hacia su victima. Y yo casi no
hago nada que no sea pellizcar débilmente la piel de tu espalda y de tus codos,
mientras me dejas una erupción encarnada y picante en las mejillas. Abusador.
Mil veces tendré algún día que decírtelo, pero no ahora. No ahora que estás
partiendo mi cuerpo en dos mitades. No ahora que estoy llegando de nuevo,
desesperada, como si te hubieras muerto tú y yo estuviera llorándote.
Llorando de tanto amor que me has dejado sembrado.
Llorando de esta indefensión en la que nos quedamos los dos, sin matrimonio,
sin hijos, sin nietos, sin colegas, sin amigos, sin casa, sin país, sin
planeta, sin galaxia, sin universo. Solos en esta cama donde hemos dejado de
ser esos otros nombres que desde hace un buen rato hemos olvidado. Solos sin
guerras, sin artilugios, sin dinero, sin edad, sin hambre, sin ansiedad, sin
esperanza, sin pasado, sin presente y sin futuro. Solos los dos en esta muerte
pequeña de la que emergemos únicamente preparados para el silencio. Para
mirarnos. Para que me perdones el infierno que te soy en esta madrugada, cuando
te beso en la frente sin arrepentirme de nada. Para que esconda mi cara
en tu cuello. Para que me abraces y te abrace y te diga que te amo y me digas
que me amas y otras de esas bobadas.
Entonces, para que podamos cada uno dormir, para que
pueda amanecer aquí donde estamos, nos quedamos otra vez muy quietos y nos
acurrucamos. Ya ha amanecido en la ciudad y empiezan a sentirse los ruidos de
la calle. La muchacha del servicio abre la puerta, entra el olor del café,
suena el golpe del periódico en la marquesina. Tu mujer y mi marido se nos
acercan con una esplendida sonrisa en sus dos caras, diciendo “buenos días mi
rey”, “buenos días mi reina”, “cómo amaneces hoy”, “¿y qué pasó anoche mi amor
que te estabas moviendo tanto?”.
© Martha Rivera-Garrido, 2011
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