A nuestra edad, el amor ya recorrió largos caminos, dobló esquinas, se tropezó, cayó y se levanto varias pero varias veces y optó por encrucijadas, por momentos ciertos e inciertos, por caminos obscuros y por caminos con mucha luz. Ya erró, ya acertó, ya resbaló, ya se arrepintió e inevitablemente se fue, pero siempre volvió y siempre volverá. Se vivió el amor, se perdió el amor, algunos por la mano del destino, otros por el debilitamiento de la vida en pareja. Hoy nuestra mirada en la dirección del amor continúa más linda que nunca, pues en el largo y sinuoso camino de los sentimientos, aprendimos a sumar, a dividir y a multiplicar, sin oportunidades de disminuir en el conocimiento del sentimiento del amor. El amor maduro llega despacito y se aloja en nuestra vida, en nuestro corazón, en nuestra alma, toma por entero nuestro ser, sin tiempo para acabarla caminada entre dos es más serena, existe la complicidad, el cariño es más espontáneo, no nos inhibimos frente al querer, la sintonía es completa y los recuerdos son depositados en el baúl de las nostalgias, que guardamos de un tiempo que no volverá. Enamorarse a nuestra edad es llevar la ternura en la mirada. El brillo es más intenso, el deseo de no equivocarse es más fuerte, el corazón interviene más en nuestras decisiones. La construcción del camino entre dos es la suma del querer, es el encuentro de dos almas aplaudidas por dos corazones que dividen la emoción de amar las pequeñas actitudes, los gestos bonitos y los menudos detalles son los alimentos que sustentan ese amor. Vivir en pareja es la alegría de la compañía, de la caricia tierna, de los besos todavía calientes, de las miradas insinuantes cuando el deseo se manifiesta y la promesa en la mirada de que, cada amanecer, ¡Será el día más bello entre dos seres que encontraron el amor! Ámame todos los días de tu vida como yo te amo a ti...
jueves, 16 de abril de 2015
A nuestra edad, el amor ya...
A nuestra edad, el amor ya recorrió largos caminos, dobló esquinas, se tropezó, cayó y se levanto varias pero varias veces y optó por encrucijadas, por momentos ciertos e inciertos, por caminos obscuros y por caminos con mucha luz. Ya erró, ya acertó, ya resbaló, ya se arrepintió e inevitablemente se fue, pero siempre volvió y siempre volverá. Se vivió el amor, se perdió el amor, algunos por la mano del destino, otros por el debilitamiento de la vida en pareja. Hoy nuestra mirada en la dirección del amor continúa más linda que nunca, pues en el largo y sinuoso camino de los sentimientos, aprendimos a sumar, a dividir y a multiplicar, sin oportunidades de disminuir en el conocimiento del sentimiento del amor. El amor maduro llega despacito y se aloja en nuestra vida, en nuestro corazón, en nuestra alma, toma por entero nuestro ser, sin tiempo para acabarla caminada entre dos es más serena, existe la complicidad, el cariño es más espontáneo, no nos inhibimos frente al querer, la sintonía es completa y los recuerdos son depositados en el baúl de las nostalgias, que guardamos de un tiempo que no volverá. Enamorarse a nuestra edad es llevar la ternura en la mirada. El brillo es más intenso, el deseo de no equivocarse es más fuerte, el corazón interviene más en nuestras decisiones. La construcción del camino entre dos es la suma del querer, es el encuentro de dos almas aplaudidas por dos corazones que dividen la emoción de amar las pequeñas actitudes, los gestos bonitos y los menudos detalles son los alimentos que sustentan ese amor. Vivir en pareja es la alegría de la compañía, de la caricia tierna, de los besos todavía calientes, de las miradas insinuantes cuando el deseo se manifiesta y la promesa en la mirada de que, cada amanecer, ¡Será el día más bello entre dos seres que encontraron el amor! Ámame todos los días de tu vida como yo te amo a ti...
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario