Son tantas las personas importantes en nuestra vida... Algunas veces nos falta tiempo o oportunidad para recordarlas de eso . Como la oportunidad somos nosotros que hacemos es tiempo y cuestión de prioridad, quién sabe
sea este el momento de recordar a alguien que amamos. Un bello poema de Ana Jácomo para su abuela Edith.
Hay gente que tiene perfume de pajarito cuando canta. De sol cuando se despierta. De flor cuando ríe. Al lado de ellas uno se siente en el va y viene de una red de descanso que danza suavemente en una tarde grandiosa, sin reloj y sin agenda. Al lado de ellas uno se siente comiendo palomitas de maíz en la plaza. Lamiéndose los labios de helado, pegoteándose los dedos con algodón de azúcar del color más dulce que hay para elegir. El tiempo es otro. Y la vida queda con cara de que ella es la dueña de la verdad, pero que uno des-aprende de ver. Hay gente que tiene perfume de regazo de Dios. De baño de mar cuando el agua esta calentita y el cielo es azul. Al lado de ellas uno sabe que los ángeles existen y que algunos son invisibles. Al lado de ellas uno se siente llegando a casa y cambiando el zapato de tacos por chinelas. Soñando la mayor tontería del mundo con el gozar de quién no está ni ahí. Al lado de ellas, puede ser abril, pero, parece mañana de navidad del tiempo en que uno se despertaba y encontraba el regalito de papa Noel. Hay gente que tiene perfume de estrellas que Dios prendió en el cielo y de aquellas que conseguimos encender en la tierra. Al lado de ellas uno no piensa que el amor es posible, uno tiene la certeza. Al lado de ellas uno se siente visitando un lugar hecho de alegría. Recibiendo un bouquet de cariño. Abrazando un hijito de oso panda. Tocando con los ojos los ojos de la paz. Al lado de ellas saboreamos la delicia del toque suave que su presencia sopla en nuestro corazón. Hay gente que tiene perfume de mimos sin prisas. De juguete que uno no largaba. De susurro que el silencio canta. De paseo en el jardín. Al lado de ellas uno percibe que la sensualidad es un perfume que viene de adentro y que la atracción que realmente nos mueve no pasa solo por el cuerpo. Corre en otras venas. Late en otro lugar. Al lado de ellas uno recuerda que en el instante en que reímos Dios está danzando con nosotros de cara pegadita. Y uno ríe con la grandeza como un niño pícaro. Tengo la costumbre de decir que algunas almas son perfumadas, porque creo que los sentimientos también tienen perfume y tocan todas las cosas con sus dedos de energía. Mi abuela era alguien así, ella perfumó muchas vidas con su luz y sus colores. Mi vida fue una de ellas y el perfume era tan hermoso, tan blanco, tan delicado que ella cambió de frasco, pero él continúa vivo en mi corazón de todo lo que ella amó. Y todo lo que yo amar va a encontrar de alguna forma los vestigios de ese perfume de Dios, que, en una temporada se vistió de Edith para hablarme de amor...
Texto de Almas perfumadas de Ana Jácomo.
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