Yo lo que quiero es coger, sí, coger con usted; así nomás, porque sí, como
si nada, como quién no quiere la cosa. Coger sin nada más, sin “quieres ser mi
novia”, sin “déjame pensarlo”, sin esperar meses o años. Ni ramos de flores o
chocolates, sin enormes y patéticos osos de peluche que van a parar al frente,
para adornar, del camión de la basura. Así, coger, sin pudor y sin recato.
Sintiendo los cuerpos, el calor, el tacto. Sin ritos civiles ni religiosos, sin
orquesta ni motivos
en blanco. Pasar la noche cogiendo, una hora o nomás un rato; sentir que la
cama se hace grande enorme y que aquí nadie, ni Dios, podrá molestarnos. Coger
sin promesas de para siempre, sin lágrimas de impotencia, sin palabras de
despedida. Coger conocernos en el cuerpo, sin contratos ni apellidos, sin
embarazos ni descendencias, sin pensión alimenticia, sin odios ni juzgados.
Coger, “sentir bonito”, “morir chiquito”, “tocar el cielo”, “como un columpio”…
arriba, abajo, por un lado por el otro. Sin miedos ni preservativo, sin
pastillas al día siguiente. Sin consciencias ni culpas. Coger con la embriaguez
de la pasión con el ardor del deseo, coger sin nada más, aunque no nos volvamos
a ver, aunque no sepamos después donde volver a encontrarnos. Aunque no me
acuerde ni cuál es su nombre.
Pilar Alba
Pilar Alba
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