Muchas veces estamos quietos en apariencia, pero, no
es lo que está pasando en nuestro interior, otras veces podemos estar hablando
más que normalmente y al mismo tiempo estaremos sintiéndonos silenciosos
interiormente.
Pero, una cosa debería ser fundamental en nuestra
vida, el afinamiento en el sentido espiritual, en el sentido de adquirir
nobleza de espíritu, tanto en el decir las cosas, como en oírlas.
La vida debería ser simple y más silenciosa, realmente,
pero, volver a esta simplicidad nos exige muchos esfuerzos y se deben contar
con los dedos de una mano los seres humanos que hoy en la tierra lo poseen
realmente.
El descernimiento entre el momento de silenciar y el
de exponer nuestras ideas. Una persona quieta puede estar muy lejos del
verdadero silencio, que solo existe cuando nuestro íntimo está apaciguado, sin más posibilidades
de ser alterado por factores externos.
Pero, el camino para este silencio no se encuentra en
el retiro forzado ni físico ni espiritual,
ni dejando de lado a sus seres amados, ni a su hombre, no necesariamente
en un retiro, muy por el contrario, está mucho más en el medio de las
multitudes, enfrentado de la mano frente a frente con su hombre los derrotantes
silencios.
Un viciado solo está libre del vicio cuando mismo
teniendo un kilo de droga a su lado, esta no tiene más influencia sobre él.
Muchos conocerán silencios absurdamente opresivos,
silencios rodeados de oscuridades y miedos, también está el silencio de los
culpados, el silencio de los que se callan cuando querían haber hablado, o de
los letárgicos inocentes sin fuerzas de colocar sus ideas en orden y se callan
no aceptan ayuda de su par, de su pareja, de su hombre, de ese hombre que da la
vida a su pedido.
Quien salió o lucha por salir del silencio lúgubre
causado por la opresión de una humanidad errante, sabe lo que es estar
acorralado contra la pared, porque se dejó aprisionar y después tuvo de
desenvolver fuerzas para volver al medio que le pareció tan hostil en su vida.
Se tiene que luchar contra ese silencio inmovilizante
que se siente como opresivo, ir a la lucha fortalecida con una mano apretada de
su amor, con un respaldo, con un “sí”, con un “estoy contigo”, con un te amo y
no suelto tu mano, con su hombro, con su regazo, con su comprensión.
Es en el campo de batalla que se aprende y si queremos
conquistar el verdadero silencio, primero tenemos que conocer su opuesto y
transformarnos inmunes a él.
Tenemos que aprender a convivir con todas las facetas,
con todas las opiniones, con todo el adverso, con todo lo contradictorio, con
todas las malas voluntades, con todas las envidias, con todas las perfidias y
no más vociferar o dejarnos afectar con
ningún detalle de estos.
Luchar sí, por lo correcto, pero, sin perder nuestra
paz por eso, ni soltar la mano de quien nos ama, nos acompaña, nos entiende,
quiere protegernos y jamás quiere alejarse de nuestro corazón ni de nuestra
alma por más duro que sea el camino y por más piedras que tenga.
Al final nosotros no tenemos el derecho de ser jueces
de nadie, pero podemos y debemos ser aprendices de nosotros mismos.
Y cuando eso pasar sentiremos el silencio en nuestra
alma, mismo estando en la mayor discordancia o en medio de personas o
conversaciones desestimulantes.
No es el lugar en que nos encontramos ni las
exterioridades que tornan a las personas felices, la felicidad proviene de lo
íntimo, de aquello que el ser humano siente dentro de si mismo acompañado del
ser que ama.
Hablo de facetas, de opiniones, de adverso, de
contradictorio, de no dejarnos afectar con ningún detalle de estos, pero… Hoy
debo estar con todos mis diablos sueltos porque la verdad, percibo que poco he
aprendido, porque hoy tengo unas ganas locas de mandar a la mierda a más de una
figurita andante y les transmito que realmente se sientan agraciadas con eso,
porque a otras personas las mandaría a puta madre que las parió… Sorry, es tan
difícil hacerse entender?... Ral-Diablo
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