A veces pensamos
que la vida es dura con nosotros, solo porque los obstáculos que encontramos en
el camino son más fuertes o más grandes.
Comenzamos a bajar
la guardia y todo lo que pensamos que puede alegrarnos desaparece, siempre hay
que mirar mucho más allá de lo que nuestros ojos alcanzan a ver.
Por más que el
cielo se nuble, nunca existirá una tormenta tan fuerte como para acabar con las
ganas de seguir adelante. La vida fue el regalo más precioso que pudo darnos
Dios, así como la belleza que se encuentra a nuestro alrededor.
Siempre que te
sientas triste, olvidado y que te encuentres en silencio pensando en alguien
recuerda que en algún rincón del mundo hay alguien que en silencio está pensando
en ti.
Da el regalo más
hermoso y el que te hará sentir mejor: sonríele a la vida.
Si crees que los
problemas te agobian, regálale una sonrisa a la vida y a ti que la mereces,
regálale tu amor, a quien lo merezca en realidad, pero sobre todo, amate tu
como a nadie más.
Si pierdes la luz
que vive en ti, desahoga lo que llevas dentro, porque es difícil luchar cuando
lo que quieres es más fuerte de lo que temes, y cuando las ganas de llorar te
llenen por dentro.
Piensa que eres
especial, recuerda que nadie ni nada podrá acabar con esa paz que llevas en tu
interior, con esas ganas de salir adelante y subir esa montaña, porque cuando
estés atrás ganarás más valor y te impulsará hacia adelante, recuerda ámate y
vive todos los días como el último y el primero, regala un abrazo a quien te
acompañe y te sentirás feliz, recuerda sube la montaña. De cualquier forma
por esa montaña ella es tu vida…
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