sábado, 28 de abril de 2012

Qué bueno sería si fuésemos como ...


Qué bueno sería si fuésemos como niños, capaces de perdonar, olvidar y seguir juntos. Cuantas veces criamos problemas graves, de larga duración, solamente por el hecho de no ceder un milímetro de nuestro propio orgullo.
Cuantas parejas han conturbado su relacionamiento porque uno no desea perdonar al otro por la palabra agresiva, por el gesto infeliz de la grosería. Muchas veces el ofensor intenta redimirse.
Por sentir dificultades de aproximación y pedir disculpas envía flores con un billete, una tarjeta, pero en vez de recibir lo que esperaba tiene devuelto el ramillete y el recado. Persistiendo la mala voluntad de uno, a indelicadeza del otro se deshace un compromiso afectivo generando serias consecuencias.
Amistades  de largos años se pelean por cosa ninguna. Bastaría tan poco… bastaría que volviésemos a la capacidad de nuestra infancia, cuando olvidábamos a la tarde la discusión que nos  molestó a la mañana.
Sabias que perdonar consiste en dar una oportunidad a quien ofendió de redimirse? Que el ejercicio del perdón exige una buena dosis de humildad y de altura?
Todos precisamos que nos perdonen por las faltas de todos los días, por el nerviosismo de las respuestas, por las críticas irónicas, por el descaso y la indiferencia…

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