miércoles, 20 de enero de 2010

Castigo

¡Amuélensén! ¿Quién los mandó ser brutos? ¡Lo qu'hiso la gurisa'stá bien hecho! ¿O se pensaron que por ser sus padres le podían gobernar los sentimientos? Si eya juyó siguiendo al que quería la culpa jué de ustedes, ¡qué canejo! ¡Aguanten el sogaso sin lomiarse y apriendan pa otra ves no errar tan fiero! Porqu'el moso era pobre y no podía ofrecerle más nada que su afeto, le trancaron la puerta en las narices dispués de destratarlo como a negro. ¿Qu'importaba que juese'l preferido si carecía de mentas y dinero, y a la gurisa ustedes la querían p'hacer negocio con su casamiento? Creyeron que meniándole garrote y hablándolé de honestidá y respeto, iban a conseguir qu'escarmentase y arrancase de su alma aquel afeto. ¿Ignoraban dejuro que al cariño naide es quién pa quitarle sus derechos, que no agarra po'el triyo que l'endilgan ni acata leyes, porqu'es ley él mesmo? ¡Pucha! ¡Hay que ser escaso de carcume pa no cáir en la cuenta'e que van muertos los que cren que se puede asujetarlo metiéndose al torsal en sus deseos! ¿Que la gurisa al dirse jué una ingrata? ¡'Tan muy enquivocaos! ¡Tenía el derecho que tienen tuitos de vivir su vida y si voló del nido jué por eso! ¿Que procedió com'una sinvergüensa porque quiso ser libre y rompió el cepo? ¡Hubiera sido pior que se vendiera por unas vacas o un puñao de pesos! ¡Amuélensén! ¡Lo que les acontece les está bien empliao por avarientos! ¡Aguanten el sogaso sin lomiarse y apriendan para otra ves no errar tan fiero!
Serafín J. García

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