Serafín J. García
miércoles, 20 de enero de 2010
Castigo
¡Amuélensén! ¿Quién los mandó ser brutos?
¡Lo qu'hiso la gurisa'stá bien hecho!
¿O se pensaron que por ser sus padres
le podían gobernar los sentimientos?
Si eya juyó siguiendo al que quería
la culpa jué de ustedes, ¡qué canejo!
¡Aguanten el sogaso sin lomiarse
y apriendan pa otra ves no errar tan fiero!
Porqu'el moso era pobre y no podía
ofrecerle más nada que su afeto,
le trancaron la puerta en las narices
dispués de destratarlo como a negro.
¿Qu'importaba que juese'l preferido
si carecía de mentas y dinero,
y a la gurisa ustedes la querían
p'hacer negocio con su casamiento?
Creyeron que meniándole garrote
y hablándolé de honestidá y respeto,
iban a conseguir qu'escarmentase
y arrancase de su alma aquel afeto.
¿Ignoraban dejuro que al cariño
naide es quién pa quitarle sus derechos,
que no agarra po'el triyo que l'endilgan
ni acata leyes, porqu'es ley él mesmo?
¡Pucha! ¡Hay que ser escaso de carcume
pa no cáir en la cuenta'e que van muertos
los que cren que se puede asujetarlo
metiéndose al torsal en sus deseos!
¿Que la gurisa al dirse jué una ingrata?
¡'Tan muy enquivocaos! ¡Tenía el derecho
que tienen tuitos de vivir su vida
y si voló del nido jué por eso!
¿Que procedió com'una sinvergüensa
porque quiso ser libre y rompió el cepo?
¡Hubiera sido pior que se vendiera
por unas vacas o un puñao de pesos!
¡Amuélensén! ¡Lo que les acontece
les está bien empliao por avarientos!
¡Aguanten el sogaso sin lomiarse
y apriendan para otra ves no errar tan fiero!
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