Sabías lo que hacías... tu
mirada domina el arte de
la
seducción y con arte y
con maña atrapaste mi
corazón.
Trazaste muy bien la ruta a
mi alma con esa sonrisa
fantasiosa que me dejó sin
aliento, sin respiración.
Tus ojos atraían los míos
como un imán y al
hablarme llegó el momento de temblar.
Con gestos desprendidos acompañaste mi mirada, sabias que con tu pícara
sonrisa
mecías mi alma.
Sabías lo que hacías... integraste las palabras a
tu plan de seducción y como
en un extraviado concierto mi alma emputecida se
rindió.
La copa del sentimiento se volcó al acercar tus labios y
derramar en mi
boca el licor de tu pasión.
Un escalofrío profundo y lento casi me consumió, los piernas me temblaban,
que
locura era lo único que pensaba, pero caí desprotegido en tus brazos.
Tus labios culminaron con tu plan de seducción y sabes: mmmm sí, claro que
sabes...
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