EL calendario no te espera Diablo. Los minutos, días,
meses y años se juntan y cuando miras atrás mil oportunidades se han perdido...
Es verdad, todos necesitamos tiempo para procesar dolores y pérdidas. Todos necesitamos aceptar nuevas realidades y despedirnos de las que ya no serán presencias diarias en nuestra vida.
Es verdad los ciclos deben cerrarse. Y es verdad, todo tiene un tiempo interno, un reloj que marca su segundero dentro de cada uno, a nuestro ritmo y forma, cada persona tiene su tiempo personal para superar crisis, pérdidas, separaciones, desprendimientos y dolores.
Y esos tiempos deben respetarse. Todo eso es verdad.
Pero también es verdad que el psiquismo a veces se acomoda al letargo del dolor no superado.
También es verdad que de tanto penar uno se queda en la mitad del recorrido, sin avanzar, sin mirar a los costados, sin volver a la vida.
También es verdad que la gente nos llama, nos grita que la vida sigue, y que hay muchas cosas por vivir, por sentir, por experimentar, por aprender, pero como tontos nos quedamos mirando la puerta que se cerró, aquello que ya no es ni será, con una nostalgia que atraviesa los huesos y duele hasta el alma, y como estúpido uno se amolda al dolor, se acopla a él, se adapta a los días grises, a las preguntas sin respuestas, a las nostalgias, a lo viejo sin fijarse en lo nuevo. Y así cerramos puertas que se abren... y perdemos oportunidades sabe Don Diablo.
Es verdad, todos necesitamos tiempo para procesar dolores y pérdidas. Todos necesitamos aceptar nuevas realidades y despedirnos de las que ya no serán presencias diarias en nuestra vida.
Es verdad los ciclos deben cerrarse. Y es verdad, todo tiene un tiempo interno, un reloj que marca su segundero dentro de cada uno, a nuestro ritmo y forma, cada persona tiene su tiempo personal para superar crisis, pérdidas, separaciones, desprendimientos y dolores.
Y esos tiempos deben respetarse. Todo eso es verdad.
Pero también es verdad que el psiquismo a veces se acomoda al letargo del dolor no superado.
También es verdad que de tanto penar uno se queda en la mitad del recorrido, sin avanzar, sin mirar a los costados, sin volver a la vida.
También es verdad que la gente nos llama, nos grita que la vida sigue, y que hay muchas cosas por vivir, por sentir, por experimentar, por aprender, pero como tontos nos quedamos mirando la puerta que se cerró, aquello que ya no es ni será, con una nostalgia que atraviesa los huesos y duele hasta el alma, y como estúpido uno se amolda al dolor, se acopla a él, se adapta a los días grises, a las preguntas sin respuestas, a las nostalgias, a lo viejo sin fijarse en lo nuevo. Y así cerramos puertas que se abren... y perdemos oportunidades sabe Don Diablo.
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