Que
tengamos pareja no significa que estemos comprometidos. Implicarse es distinto
a comprometerse. Cuando solo te implicas en las cosas sin llegar a comprometerte,
te proteges de grandes riesgos, pero también te pierdes grandes oportunidades.
Comprometerse
lo justo también afecta a la motivación: solo el que está dispuesto a discutir
dejando su piel y siendo honesto, conoce la magia de reconciliarse y esa complicidad con alguien que ha llegado a
ver nuestro lado más alegre pero también el más triste; igual que el más
cariñoso pero también el más irritante.
Muchas personas asocian el compromiso con ir a vivir
juntos o casarse, pero en realidad el compromiso es sobre todo una actitud.
Comprometerse significa mostrarte como eres y no esconder tu
vulnerabilidad.
Comprometerse no es solo desnudarse de ropa, sino sobre
todo desnudarse
de prejuicios, miedos e inseguridades.
Compromiso supone apostar realmente por la otra persona y no pretender
controlarla ni que sea como nosotros queremos.
Comprometido es el que habla con honestidad, que no miente, no engaña y
expresa lo que realmente piensa y siente.
Comprometerse no implica que te atas al otro
contra tu voluntad, sino que
pondrás toda tu voluntad en querer crecer a su
lado.
Comprometerse no es perder lo que somos, sino
estar dispuestos a dar lo
mejor que somos para formar parte de algo más grande.
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