El verdadero reto de nuestra vida está en aceptar
nuestros errores y no perder la calma para lograr ser dueños de nosotros
mismos.
Cuando el egoísmo no limite tu capacidad de amar. Cuando confíes en ti misma aunque todos duden de ti y dejes de preocuparte por el qué dirán.
Cuando tus acciones sean tan concisas en duración como largas en resultados. Cuando puedas renunciar a la rutina sin que ello altere el metabolismo de tu vida.
Cuando sepas distinguir una sonrisa de una burla, y prefieras la eterna lucha que la compra de la falsa victoria. Cuando actúes por convicción y no por estupidez.
Cuando sepas perdonar tan fácilmente como ahora te disculpas.
Cuando puedas caminar junto a tu amor sin olvidar que es un hombre. Cuando sepas enfrentar tus errores, tan fácil y positivamente como tus aciertos.
Cuando halles satisfacción aunque sea solo compartiendo tú cariño. Cuando sepas obsequiar tu silencio a quien no te pide palabras y tu ausencia a quien no te aprecia.
Cuando ya no debas sufrir por conocer la felicidad y no seas capaz de cambiar tus sentimientos o tus metas por el placer.
Cuando no trates de hallar las respuestas en las cosas que te rodean, sino en la confianza de tu hombre y en tu propia persona.
Cuando aceptes los errores, cuando no pierdas la calma, entonces y sólo entonces, serás... Una mujer feliz…
Cuando el egoísmo no limite tu capacidad de amar. Cuando confíes en ti misma aunque todos duden de ti y dejes de preocuparte por el qué dirán.
Cuando tus acciones sean tan concisas en duración como largas en resultados. Cuando puedas renunciar a la rutina sin que ello altere el metabolismo de tu vida.
Cuando sepas distinguir una sonrisa de una burla, y prefieras la eterna lucha que la compra de la falsa victoria. Cuando actúes por convicción y no por estupidez.
Cuando sepas perdonar tan fácilmente como ahora te disculpas.
Cuando puedas caminar junto a tu amor sin olvidar que es un hombre. Cuando sepas enfrentar tus errores, tan fácil y positivamente como tus aciertos.
Cuando halles satisfacción aunque sea solo compartiendo tú cariño. Cuando sepas obsequiar tu silencio a quien no te pide palabras y tu ausencia a quien no te aprecia.
Cuando ya no debas sufrir por conocer la felicidad y no seas capaz de cambiar tus sentimientos o tus metas por el placer.
Cuando no trates de hallar las respuestas en las cosas que te rodean, sino en la confianza de tu hombre y en tu propia persona.
Cuando aceptes los errores, cuando no pierdas la calma, entonces y sólo entonces, serás... Una mujer feliz…
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