Cosas que conviene practicar con frecuencia. Pestañear suavemente. Besar a la distancia. Besar por arrebato. Bailar a solas. Amar el amor. Andar descalzo. Susurrar un nombre en el silencio de la noche. Esperar lo inesperado. Remontar un barrilete. Hacer sapitos con piedras arrojadas al agua. Jugar a que las olas no mojen tus pies. Hacer bollitos de papel para arrojarlos al cesto desde lejos. Abrazar un árbol. Iniciar un viaje por cualquier ruta, a cualquier lugar. Usar un Jean muy rasgado en ocasión en que debe ser de etiqueta. Llorar por uno mismo. Reír por otro. Romper un candado. Descubrir un secreto. Pensar “te amo”, y que el otro lo escuche. Perdonar, pero pensar primero a quién. Aprender a escuchar, evitar oír. Perseguir lo imposible. Desear. Abrir puertas cerradas. Arrancar los carteles que prohíben cosas. Colocar carteles que recuerden lo permitido. Creer en el alma. Subir a un tejado. Ahuyentar fantasmas. Acariciar suavemente con el dorso de la mano. Parirse a sí mismo. Embriagarse y luego hacer el amor. No mirar el reloj. Danzar en un cuerpo hasta estallar y no verse nunca más. Reír con toda la cara. Comprarse un sombrero. Descubrir que podemos hacer magia. Creer en los finales felices. Escribir una carta anónima a un desconocido. Mirarse en silencio con alguien, largamente, y luego marcharse. Tener un lugar secreto donde esconder todo tipo de cosas. Quemar alguna agenda. Entrar en una casa abandonada. Saltar en la cama. Hacer guerra de almohadas. Tapar todos los espejos por un día. Pronunciar un conjuro. Enamorarse Adueñarse de una estrella y constatar cada noche que nadie se la haya llevado.
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