Es una lástima que no estés conmigo, cuando
miro el reloj y son las dos y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como todas las
madrugadas y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los
dedos y le saco mentiras…
Es una lástima que no estés conmigo cuando
miro el reloj y son las tres y soy una manija que calcula intereses o dos manos
que saltan sobre cuarenta teclas o un oído que escucha como ladra el teléfono o
un tipo que hace números y les saca verdades…
Es una lástima que no estés conmigo cuando
miro el reloj y son la cuatro. Podrías acercarte de sorpresa y decirme “que
tal” y quedaríamos yo con una mancha roja de tus labios y tú con el tizne azul
de mi carbónico…
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